Trump, la bestia herida
Pese a ir cuesta abajo en las encuestas, el magnate se empeña en una estrategia perdedora. ¿Por qué?
Donald Trump dijo que sino ganaba se tomaría unas vacaciones. Foto: A.F.P.
Por primera vez desde que comenzó la campaña presidencial Donald Trump evocó la posibilidad de no ser el próximo presidente de Estados Unidos.
El jueves, en una entrevista con la cadena CNBC dijo que si su campaña no funcionaba, iba a “darse unas vacaciones muy pero muy largas”. Con esas palabras, además, reconocía indirectamente los sondeos.
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Estos le dan a Hillary Clinton una ventaja de entre 6 y 10 puntos a escala nacional. También muestran que ella tiene dos tercios de los votos electorales (que en el sistema estadounidense son los que dan la victoria, por encima del voto popular). E incluso que le empata en estados tradicionalmente republicanos, como Arizona o Georgia.
Pese a lo anterior, en la misma entrevista con la CNBC Trump dijo que no piensa renunciar a su estilo francote. Más bien al contrario.
Echándole gasolina al fuego
A pesar de las evidencias de que burlarse de las mujeres, de los discapacitados o de los latinos es contraproducente en las elecciones generales, el candidato republicano se ha empeñado en formular acusaciones más delirantes que las que había hecho hasta ahora. También, a promover con violencia teorías conspirativas.
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Esa tendencia comenzó la semana pasada, cuando fue claro que no era pasajera su caída en las encuestas. Entonces Trump afirmó que la candidata demócrata era “el diablo” y se inventó que estas elecciones podían estar “amañadas”. Era apenas el principio.
El martes, le dijo a una multitud en Carolina del Norte que el 8 de noviembre sería “un día horrible” si Clinton gana. “Si ella logra elegir a sus jueces”, continuó, “no habrá nada que hacer, amigos”. Se refería a la potestad del presidente de Estados Unidos de nombrar a los miembros del Tribunal Supremo.
Luego añadió con una sonrisa ambigua y levantando las cejas: “Aunque, la gente de la Segunda Enmienda [es decir, los propietarios de armas]… quizás. No sé”.
Un día más tarde, en un en un mitin en Florida, el magnate acusó al presidente, Barack Obama, de ser el fundador del grupo terrorista más sanguinario dela historia. “Isis honra al presidente Obama”, dijo. “Él es el fundador de Isis. Él es el fundador de Isis», repitió. «Es el fundador, ¿no cierto? ¡Fundó Isis! Y Hillary es la cofundadora”.
Semejante afirmación es cínica, pues ese grupo ha amenazado de muerte al presidente. “Has de saber, Obama, que llegaremos a Estados Unidos. Y cortaremos tu cabeza en la Casa Blanca y tu país va a ser una provincia musulmana”, dijo en enero un yihadista de ese grupo en un video que termina con el degollamiento de un soldado kurdo.
Pero el millonario neoyorquino se declaró víctima de la deshonestidad de los medios. “Estaba siendo sarcástico”, dijo en un mitin en Pensilvania. Y, fiel a su estilo pasivo-agresivo, agregó: “Aunque tampoco es que estuviera siendo tan sarcástico”.
De hecho, hace unas semanas había usado esa excusa tras invitar a Rusia a los rusos a meterse en el computador de Clinton durante la convención demócrata de finales de julio. “Por supuesto que estoy siendo sarcástico”, dijo en una entrevista en ‘Fox News‘ un día después de lanzar con cara seria la iniciativa.
Dispuesto a lo que sea
¿Por qué Trump insiste en ese tipo de comentarios, si le quitan votantes?
El comienzo de la respuesta la tiene una frase de la senadora demócrata Elizabeth Warren, conocida como ‘la dama del progresismo‘. “Trump lanza amenazas de muerte porque es un cobarde patético que no resiste perder con una muchacha”, trinó el miércoles.
Y lo cierto es que al tiempo que se rehúsa a buscar nuevos votantes, Trump se concentra en exaltar el fervor de sus seguidores, que han cambiado desde el inicio de la contienda.
Al principio, sus mítines atraían un público relativamente variado, con republicanos de varios sectores y votantes curiosos. Pero ahora este se ha reducido a un grupo más homogéneo. Mucho más furioso y malintencionado, según el editorial del diario ‘The New York Times‘ del jueves.
Eso hace algo tan grave como bromear con armas sobre la suerte de un adversario pueda ser dramático. En sus mítines el magnate ya ha alentado la violencia y ha exacerbado las pasiones de sus seguidores para alcanzar fines políticos.
Ahora que se ha dado cuenta de que se expone a una derrota que podría ser marcada, Trump prefiere atacar por todos los medios a su oponente.
Y eso incluye poner en peligro su vida.