¿Dónde están las armas de los otros procesos de paz?

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¿Dónde están las armas de los otros procesos de paz?

Este martes culminará la última etapa de la dejación histórica de armas por parte de las Farc en Mesetas (Meta), después de más de 50 años de lucha armada contra el Estado.

Gloria Castrillón/ Santiago Martínez

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Carlos Pizarro, el comandante del M-19, deja su arma/ Archivo

La historia de la República reposa sobre cruentos conflictos armados y tratados de paz. A cada guerra le sigue, inevitablemente, una amnistía y la entrega de armas de los rebeldes. Es la constante histórica. En el siglo XIX, desde la campaña libertadora de Simón Bolívar, en 1819, hasta la Guerra de los Mil Días, que se desarrolló entre 1899 y1902, se dieron mal contadas ocho guerras civiles. Y de la pérdida de Panamá en 1903 a hoy nos separa una cifra incalculable de muertos.

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En particular en el siglo XX, después de la violencia partidista de los años 40 y 50, el proceso de paz de 1953, con el consecuente desarme de varios grupos guerrilleros, se inauguró una nueva fase de conflictos armados y acuerdos de paz. La historia de las últimas décadas es también la secuencia de múltiples guerras con distintos ejércitos, y fotografías registrando el fin de esas mismas confrontaciones con el silencio de las armas.

El primero en entenderlo fue el M-19 que renunció a la lucha armada en 1989, fue cobijado con un indulto y entregó sus armas en marzo de 1990. Un año después, el Epl o el Quintín Lame optaron por el mismo camino y aterrizaron en la Asamblea Nacional Constituyente. En ese momento, a esa cita sólo faltaron el Eln y las Farc. Más tarde se sumaron grupos como la Corriente de Renovación Socialista y, en cada caso, la negociación fue entrega de armas a cambio de participación política y seguridad jurídica.

En medio de esta cadena de conflictos armados y tratados de paz, un extraño capítulo lo representó el proceso de negociación entre el gobierno de Álvaro Uribe y las Autodefensas Unidas de Colombia. Aunque hubo entrega de armas con la participación de la OEA como garante, con el paso de los días el proceso se enredó a tal punto que en marzo de 2008 los 14 principales jefes del paramilitarismo fuero extraditados a Estados Unidos. En el fracaso de esa negociación está la génesis de las bandas criminales que hoy constituyen una amenaza para el acuerdo con las Farc.

A escasas horas de que las Farc hagan dejación de sus armas, más allá del breve atraso por aspectos logísticos, el momento tiene trascendencia histórica. Los críticos del proceso hubieran querido ver la fotografía de la entrega de armas de la guerrilla, como los colombianos se acostumbraron a verlo desde los tiempos de Guadalupe Salcedo. Pero en las discusiones de La Habana quedó claro que una comisión de la verdad aportará las claves para entender la definición de víctimas y victimarios de la guerra que termina, y en esa perspectiva, no se pactó una ceremonia para que el Estado reciba las armas de su oponente.

 

Un proceso histórico 

Aunque las Farc afirman que entregarán todo el armamento que adquirieron durante su existencia, nadie puede dar fe de que será así. Lo que sí se puede afirmar que dejarán en poder de la ONU más de un arma por combatiente, hecho que rompe las expectativas de los expertos. Personal de la Misión de la ONU en Colombia admite que las Farc están dejando más armas de las esperadas y de «buena calidad». La experiencia muestra que los grupos guerrilleros reservan parte del armamento por si el proceso fracasa o por desconfianza en la contraparte.

“Esto indica que las Farc tienen una fuerte expectativa de hacer política, esa es su apuesta. Y aunque persistan las desconfianzas mutuas, el secretariado cree en las promesas estatales», dice uno de los observadores internacionales.
En el caso de los grupos colombianos que se desmovilizaron en los 90, también jugaron otros factores: el M-19 llegó militarmente diezmado a la mesa; el Quintín Lame fue más una autodefensa de origen indígena; el PRT tenía características de milicia campesina más que de guerrilla ; la CRS surgió de una división interna del Eln. Por eso, tenían pocas armas, el contexto interno e internacional era diferente.

En el caso de las Farc, aún no se conoce el número total de armas que dejarán en poder de la ONU, pero los registros muestran que por lo menos hay un arma por combatiente en los contenedores de las zonas veredales. Aún faltan incluir los fusiles y armas pesadas e inestables que están en las caletas.

Además, el aporte de los expertos de la ONU y la dura negociación en La Habana, dieron como resultado un proceso técnico de alta calidad para el registro de las armas. Los jefes de las Farc insisten en que ya no necesitan las armas, y confían en la protección que les brindará la UNP. «En este momento los fierros estorban», dijo uno de ellos.

elespectador.com

 

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