Hoy fabrican zapatos y sudaderas, antes disparaban fusiles en el monte
Tres jóvenes exguerrilleros de las Farc, en procesos de reinserción, ahora son emprendedores.
Karol Roa, Diego Beltrán y Lady Ordóñez lideran la microempresa Guevara Kild. Apuntan a emplear excombatientes.
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Es el año 2014. En la selva montañosa se oyen disparos. Lady Ordóñez, guerrillera de las Farc, se procura una guarida en medio del fuego cruzado, con su fusil a un costado y a la espera de instrucciones. El Ejército los asedia en zona rural de Puerto Rico, Meta. Le tiemblan las manos no obstante sus tres años de militancia revolucionaria. Han pasado 20 minutos, y el grupo de choque contiene la avanzada de la Fuerza Pública. La refriega es intensa y los dos bandos se enfrentan a muerte. Dominar el territorio, en la serranía de la Macarena, es una obligación a ambos lados. Sus piernas no paran de temblar.
Lady ingresó cuando tenía 15 años. Para el día del combate había cumplido 18 y sabía bien lo que era prestar guardia en los alrededores de un campamento. Aunque dominaba su arma, su esperanza de permanecer con vida, su experiencia era la enfermería: cursos de anatomía, primeros auxilios y ortopedia la convertían en un elemento esencial dentro de las filas.
Reunida con su pelotón de auxilio, en la retaguardia, comienza para ella lo más complicado de la noche. Arrastrados o cargados por otros camaradas, empiezan a llegar muertos y heridos que deben atender a la mayor brevedad.
“La experiencia fue dura porque ver a los compañeros heridos, indefensos, y como con algunos no se podía hacer mucho, era doloroso”, recuerda ahora en Bogotá la protagonista de esta historia.
Cejas y pelo negro, nariz respingada, piel morena, cuerpo menudo y brackets en los dientes. ¿Una guerrillera? A los 21 años, podría ser una estudiante universitaria. Pero tras una vida marcada por la rudeza, y ahora, luego de cambiar la guerra por la paz y la política, después de los acuerdos entre el Gobierno y la guerrilla, impulsa un emprendimiento con tres excompañeros de lucha revolucionaria: Guevara Kild, una microempresa que confecciona y comercializa sudaderas, chaquetas, botas, tenis, manillas y gorras.
Empezaron este año, gracias al ahorro de una parte de los recursos que el Estado les entrega a los desmovilizados para su sostenimiento, y cuentan “con máquina plana e industrial, más el recosido a mano que hace más finos los productos”, explica Lady.
La experiencia fue dura porque ver a los compañeros heridos, indefensos, y como con algunos no se podía hacer mucho, era dolorosoGuevara Kild, cuya denominación viene de combinar el apellido del ‘Che’ Guevara con las iniciales de Karol Roa, Lady y Diego Beltrán, los creadores de la empresa, vende sus productos en municipios aledaños al espacio territorial de capacitación (exzona transitoria de normalización), en Vista Hermosa, Meta.
En vista del empuje que le han metido al negocio, al cual se han vinculado 10 excombatientes en total, entre ellos dos exguerrilleros en condición de discapacidad(amputados de piernas y brazos por heridas en el conflicto), la organización Xpo Jóvenes 2017 invitó a Lady, Diego (de 23 años) y Carol (de 28) a presentar su microempresa en Expoferias, a fines de octubre pasado.
“Todo lo que hacemos es aplicando lo que aprendimos en las filas antes de terminarse el conflicto. Todo esto lo hacemos porque traíamos conocimiento de cómo se fabrican ropa, artesanías y calzado. Antes hacíamos uniformes, y yo en mis tiempos libres tenía la costumbre de confeccionar manillas y cartucheras con los elementos de campaña que quedaban. Todo lo cosíamos a mano”, comenta Lady.
Volver a empezar
Los heridos no paraban de caer, y el fuego cruzado amenazaba. Ella, de origen campesino y quien fue la primera de su familia en tomar el camino de la rebelión, cuando aún era menor de edad, se veía en la tarea de extraer proyectiles y remendar heridas de los cuerpos, que rápidamente se hinchaban por el daño.
“Recuerdo que una compañera de mi edad llegó con seis impactos de bala y estaba gravísima. Se nos estaba yendo”. Eso significaba que a la guerrillera la habían ‘pulmoniado’ (balazo en un pulmón), además de propinarle sendos impactos en la vejiga, las dos piernas y la nuca. La mirada, como si las lágrimas se le hubieran cristalizado antes de deslizarse por su rostro. Convulsionaba, su pulso cardiaco se hacía tenue. Fueron varias las manos de auxilio que se emplearon: reanimación, inmovilización, contención de hemorragias. La voluntad de vida resistiéndose a la muerte, que se anunciaba por la sangre a borbotones.
Lady y su equipo emprendieron la retirada con la camarada grave, pero con posibilidades de sobrevivir. Después, tras semanas de cuidado en otro campamento, consiguieron salvarle la vida. “Quien diga que no siente miedo en esos momentos está mintiendo, porque es la vida la que está en riesgo”, confiesa la joven, sentada tras un escritorio, junto a Diego, su socio.
“¿Que si se sentía miedo cuando esas cosas pasaban? Claro, somos seres humanos. Siempre se va a sentir miedo porque estamos aferrados a la vida. Pero luego de que pasaba la confrontación seguíamos en el camino elegido”, complementa el muchacho, quien exintegrante de la milicia bolivariana, unidad de inteligencia que operaba en zona urbana de Villavicencio, Meta.
Atrás de ellos se exponen las prendas de vestir y el calzado, en precios que oscilan entre 50.000 y 110.000 pesos. Las botas y los tenis parecen óptimos para enfrentar terrenos complicados, de barro y polvo. A la fecha permanecen en contacto con otros desmovilizados, como algunos del espacio territorial de capacitación Héctor Ramírez, de Montañita, Caquetá, que ya son sus proveedores de calzado.
Aunque las ganancias en esta primera etapa apenas alcanzan para los gastos de funcionamiento, dejando mínimos excedentes, afirman que en diez años esperan desarrollar una cadena de diez almacenes y emplear al menos a 100 excombatientes, 20 de ellos en condiciones de discapacidad. En plataformas como Xpo Jóvenes hacen contactos y gestionan su negocio.
“Yo me encargo de la promoción, y por eso esperamos conseguir inversores. Nuestra idea es generar oportunidades para los colombianos que no las han tenido”, explica Diego. “Estamos en la preparación de una línea táctica: morrales, canguros, portacelulares, forros para computador y otros elementos”.
El propósito, insiste Lady, es desarrollar una empresa equitativa con sus empleados, que brinde una mano a quien la necesite. Un respaldo como el que durante aquel combate le dio a su compañera, la misma que, por cierto, también dejó de la guerra. “¿Y quiere que le cuente algo? –inquiere–: Hoy, ella puede caminar bien; y lo mejor es que acaba de tener un bebé”.
Más programas para construir el posconflicto
Los próximos 27 y 28 de noviembre, en Bogotá, se llevará a cabo la segunda Macrorrueda para la Reconciliación, de la Fundación Reconciliación Colombia.
Se darán a conocer más de 150 proyectos sociales y productivos en todo el país y se propiciará la construcción de alianzas que promuevan la reconciliación. Esta contribuye a generar confianza, competitividad, innovación y desarrollo de las distintas organizaciones, según la Alta Consejería para el Posconflicto.
Según los voceros de la entidad, se han puesto en marcha instrumentos que incentivan a las empresas para que inviertan en zonas en las zonas más golpeadas por el conflicto.
En estas regiones operarán programas como Obras por Impuestos, un mecanismo mediante el cual se busca que las empresas destinen parte de sus impuestos para construir obras de infraestructura, y el Régimen Especial de Tributación, que beneficiará a las empresas que operen en los 344 municipios donde se aplica esta estrategia.
FELIPE MOTOA FRANCO
REDACTOR DE EL TIEMPO @felipemotoa