Columna semanal del senador Juan Manuel Galan,” el regalo de Colombia a Panama”

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ESTADO LOCAL

En pocos días, tendremos la posibilidad de debatir sobre las 16 nuevas circunscripciones de paz que fueron acordadas por los negociadores en La Habana. Este proyecto es de suma relevancia, pues más allá de discutir sobre la creación de nuevas curules en la Cámara de Representantes, se trata de una oportunidad para hablar de lo que he llamado el Estado Local.

En otras palabras, para darle una mirada a las regiones y evaluar cómo ha sido hasta ahora, su inserción en el territorio nacional y su participación política en las decisiones que, desde el más alto nivel, se toman sobre sus pobladores. Recordemos que este proyecto surge del consenso sobre que las zonas más afectadas por el conflicto armado, no solamente han sufrido del abandono y la débil presencia institucional, sino también, de una sub representación política en el escenario nacional.

Bajo esa premisa, la ampliación de los espacios de representación para los más de 160 municipios del territorio colombiano, por 2 periodos electorales, se convierte en una medida de reparación y de construcción de un nuevo concepto de territorialidad. Esa nueva visión, debe estar dirigida a la construcción de un Estado local, capaz de integrar la Nación y el territorio.

Para eso, necesitamos trabajar en tres pilares fundamentales: Instituciones, Seguridad y Participación de la gente. Es claro que, si Colombia no cuenta con el primer pilar, no podremos consolidar un sistema electoral libre, justo, competitivo y confiable, capaz de impartir justicia y ejercer soberanía sobre cada rincón de nuestro territorio.

En segundo lugar, tenemos que garantizar la seguridad física de los habitantes que existen en esas 16 circunscripciones y que cotidianamente se ven amenazados por la violencia política y social en sus territorios y por las dificultades de acceso y garantías de participación, de siempre.

Finalmente, dentro del pilar de la participación, es necesario contar con una sociedad civil, fuerte y organizada, conectada tecnológicamente, que se exprese y pueda hacer control y veeduría sobre sus líderes y representantes. Esas, son las tres condiciones básicas para una transición, feliz, efectiva y exitosa de la guerra hacia la paz. Solo si las comunidades recuperan el manejo de su destino y de sus territorios, podremos superar el asfixiante centralismo bogotano como modelo de Estado y de nuestras instituciones.

EL REGALO DE COLOMBIA A PANAMÁ

El conflicto armado nos enseñó que más allá de las fronteras fijadas por la ley, nuestra soberanía va hasta donde podamos ejercerla.  En otros términos, que la soberanía sobre el territorio colombiano depende de la capacidad para ejercer control sobre nuestras fronteras.

La responsabilidad primaria de defender el espacio aéreo la tiene la Fuerza Aérea Colombiana. La FAC está a cargo de mantener el dominio del espacio aéreo que, a manera de gráfica, podríamos imaginar como la columna de aire que se levanta sobre el territorio de un Estado, o la proyección vertical de nuestros límites.

En este marco, la extensión del espacio aéreo colombiano se da por la extensión de sus fronteras marítimas que sería de 12 millas equivalentes a 22,2 KM hacia el exterior de la línea de costa. Pese a esto, en el colegio nos enseñaron que geográficamente, Colombia solo limita con las fronteras de Brasil, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela. Nunca nos enseñaron que Colombia también limita con Nicaragua, Jamaica o Costa Rica. ¡Así es!

El artículo 101 de nuestra Carta Política afirma que, además del territorio continental, el archipiélago de San Andrés, Providencia, y Santa Catalina, Malpelo y demás islas, islotes, cayos, morros y bancos, el mar territorial y el espacio aéreo, hacen parte de nuestra identidad. Por esa razón, podemos decir que Colombia limita con más de 10 países entre los que se encuentran Nicaragua, Costa Rica, República Dominicana, Haití, Honduras, Panamá, Venezuela y Jamaica por el Caribe; y, Ecuador, Panamá y Costa Rica por el Pacífico. A pesar de estos límites geográficos fijados en la ley, nos encontramos con que, en la realidad, no ejercemos soberanía sobre todos ellos.  

Actualmente, Panamá explota comercialmente el tránsito aéreo en el Caribe y el Pacifico colombiano, por lo que Colombia está dejando de recibir una cifra aproximada a 18 millones de dólares anuales, como ingresos resultantes del tránsito de aeronaves comerciales, militares y particulares por su espacio aéreo. Los responsables, han dicho que debido a la incapacidad técnica de Colombia para controlar la totalidad de su espacio aéreo, se firmó un convenio internacional para que Panamá ejerciera control sobre algunas franjas de ese espacio.

De otro lado, muchos gremios del sector aéreo, afirman que estamos preparados para recuperar ese espacio. Lo cierto es que si en verdad queremos ejercer soberanía sobre nuestro territorio debemos invertir en las herramientas que nos permitan hacerlo; es decir, fortalecer la infraestructura, los radares, los sistemas de comunicación y los equipos de rescate, para que San Andrés y el Pacífico, sean totalmente nuestros.

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