Hoy 23 años del inolvidable 5-0 Colombia Argentina, espectacular narración de Edgard Perea aqui

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Memorias del día que Colombia goleó 5-0 a Argentina

Yo estuve en el 5-0. Envuelto en la nostalgia, lo recuerdo como si hubiese sido hace pocas horas. Y, exactamente, ya han pasado 23 años desde aquel 5 de septiembre de 1993 en que fuimos felices.

No lo duden. Es el partido de fútbol más importante en la historia de Colombia, por encima del 1-1 frente a Alemania en el Mundial de Italia-90, o del 4-4 contra la Unión Soviétiva en el de Chile-62. Tampoco duden de que la del 5-0 ha sido la mejor Selección Colombia de todos los tiempos.

Hoy no importa qué pasó antes ni después. Simplemente, se trata de rendirle un homenaje al equipo que nos proporcionó los más increíbles 90 minutos de fútbol. Permítanme tratar de transmitirles los cinco hechos que más recuerdo del 5-0.

1. Antes del juego, la mayoría de los argentinos con los que hablé del partido, imitaban a Diego Maradona, quien salió en la TV anunciando el triunfo de su país. Con sus manos, puso encima al equipo gaucho y debajo al colombiano. «Históricamente, Argentina está arriba y Colombia, abajo», dijo. Con sorna, los bonaerenses me hacían lo mismo, una y otra vez, sin imaginarse lo que pasaría el día del partido. Eso sí, siempre reconocían la calidad de la Selección dirigida por Francisco Maturana. «Vamos a ganarle a un gran equipo, porque ustedes tienen un gran equipo, ¿eh?», aseguraban.

2. Colombia sale a la cancha del estadio Monumental a las 5:55 p.m., hora de Argentina. Lo primero que se ve es la cabellera rubia de Carlos ‘Pibe’ Valderrama, el capitán. Detrás vienen Óscar Córdoba, Luis Fernando Herrera, Luis Carlos Perea, Alexis Mendoza, Wilson Pérez, Gabriel Jaime Gómez, Leonel Álvarez, Freddy Rincón, Faustino Asprilla y Adolfo Valencia. Los dirige Francisco Maturana. Al mismo tiempo, 70.000 hinchas gauchos provocan una silbatina tenaz. La Selección responde con un saludo y se le nota la ansiedad, que parece eterna, porque en el comienzo del partido Argentina es un huracán. La afición local, entre tanto, canta a rabiar «Vamos, vamos, Argentina, vamos, vamos, a ganar, que esta barra quilombera, no te deja, no te deja de alentar». Como el gol no llega y el juego empieza a ponerse difícil para el seleccionado gaucho, cambian el canto por «Ponga huevos, huevos Argentina, ponga huevos, huevos sin parar, que esta tarde, cueste lo que cueste, esta tarde tenemos que ganar».

3. A los 41 minutos de juego, Rincón anota el 1-0. Su grito de gol se oye perfectamente porque los argentinos se han quedado en silencio absoluto y están atónitos. Luego Asprilla consigue el 2-0 a los 5 minutos del segundo tiempo, y Rincón, el 3-0 a los 28. En la tribuna de prensa, los periodistas colombianos festejamos tímidamente, en medio del asombro, y me acerco donde el colega Víctor Rosas (en ese momento enviado especial de EL TIEMPO), para decirle: ¡Pellízqueme, Víctor, pellízqueme para saber si es cierto lo que estoy viviendo!».

Los aficionados ya no se callan con cada gol. A partir del tercer tanto colombiano empiezan a cantar en tono de súplica «Maradooooooo, Maradooooo». Piden a Diego Maradona, quien está en la tribuna vestido con la camiseta argentina. Poco después, el canto a su máximo ídolo es cambiado por un grito de gol largo y profundo. Pero no por una anotación de Argentina, sino de Perú, que acababa de empatarle 2-2 a Paraguay, en Lima. Con ese resultado, los argentinos no se quedan fuera del Mundial de Estados Unidos-94,y al menos pueden jugar el repechaje. De ahí el festejo, como si hubiese sido un gol propio.

4. Asprilla mete el 4-0 a los 30 minutos y el ‘Tren’ Valencia, el 5-0 a los 39. Otra vez el estadio se queda en silencio y otra vez se escuchan los gritos de gol de los jugadores colombianos. Termina el partido y de pronto, en un gesto gallardo, los 70.000 argentinos, incluido Maradona, se ponen de pie y empiezan a aplaudir a la Selección Colombia, mientras los héroes del 5-0 se funden en abrazos y gritos de felicidad. Enseguida, el ‘Pibe’ responde el gesto de los argentinos y se va al centro de la cancha, seguido de sus compañeros. Levanta los brazos al cielo. Los aplausos son atronadores y no cesan. Yo estoy erizado y como en estado de hipnosis. Los colegas argentinos me ‘despiertan’ con sus abrazos de felicitación, en medio del dolor que los embarga. Salgo del estadio en un micro con los periodistas del diario Clarín y veo a la gente que abandona el estadio silenciosa y cabizbaja. Parece que acabara de salir de un funeral.

5. Regreso a Bogotá en el mismo avión de la Selección, al otro día del partido. El vuelo se retrasa por mal tiempo. Mientras tanto, el ‘Pibe’ conmociona el aeropuerto de Ezeiza: una multitud le pide fotos y autógrafos. Ahí demuestra que es el símbolo del fútbol colombiano. Hay aplausos y los pocos compatriotas que en plan de aficionados  acompañan a la Selección gritan una y otra vez «¡Que viva Colombia!».

Justo despues de decolar, suena el Himno Nacional en el avión. Cada pasajero recibe una botella de champaña y hay brindis por el 5-0. El vuelo transcurre entre bromas, carcajadas y más brindis. Son siete horas de celebración entre Buenos Aires y Bogotá. Antes del aterrizaje, el avión hace un sobrevuelo por el estadio El Campín, que está repleto, pues le tienen preparado un homenaje a los héroes de la Selección. Pasamos por la avenida El Dorado y está convertida en un río humano. Jamás, desde el aire, había visto tanta gente junta en la calle. Muchos ondean pañuelos blancos.
Al fin aterrizamos y el avión se detiene, pero el comandante del vuelo da la orden de permancer sentados hasta que él diga. De repente, se abren las puertas y quien aparece es el presidente César Gaviria Trujillo, quien improvisa un discurso de felicitación.
Veo que todo el país está conmocionado, como yo, al recordar ahora lo vivido, 15 años después…

En qué andan los héroes del 93

De los 11 titulares que saltaron a la cancha del estadio Monumental de River con la camiseta de la Selección Colombia, solamente uno se mantiene como jugador activo: se trata del portero Óscar Córdoba, quien actualmente ataja para Millonarios.

Luis Fernando ‘Chonto’ Herrera, lateral derecho ese día, trabaja con Equidad en las divisiones inferiores.

Luis Carlos Perea vive en Estados Unidos, donde también ha sido entrenador; su hijo Luis Alberto es futbolista, pero juega en una posición diferente a la de su padre: es delantero de Nacional.

Alexis Mendoza es el asistente técnico de Reinaldo Rueda en la Selección de Honduras y logró clasificar al equipo Sub-23 de ese país a los Juegos Olímpicos de Pekín.

Wilson Pérez vive en Barranquilla y es entrenador de la escuela de fútbol PCV, de la que son dueños Víctor Pacheco, Álex Comas e Iván René Valenciano.

Leonel Álvarez es asistente técnico de Santiago Escobar en el Deportivo Independiente Medellín.

Gabriel Jaime Gómez fue técnico de Nacional hasta el lunes pasado.

Freddy Rincón está en Brasil, donde ya dirigió a varios equipos.

Carlos Valderrama vive entre Santa Marta, Barranquilla y Miami. Intentó ser director técnico.

Faustino Asprilla se retiró y vive en Tuluá.

Adolfo Valencia se radicó en Cali después de su retiro, y su hijo, José Adolfo, le sigue los pasos: jugó en Santa Fe y ahora está en el Juventud Soacha, de la B.

Francisco Maturana, el técnico de esa Selección, hoy es el entrenador de Trinidad y Tobago.

Hernán Darío Gómez, asistente de Maturana, es el actual técnico de Independiente Santa Fe.

Gabriel Briceño Fernández
gabbri@eltiempo.com.co
Subeditor de Deportes

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