Columna senador Juan Manuel Galan, Duele Tumaco

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COLOMBIA PAÍS DE OPORTUNIDADES

Hoy quiero hablar de nuevo sobre los emprendimientos en Colombia y las dificultades que frustran a un sector que debe ser estratégico en nuestra economía. Esta es la apuesta para que Colombia crezca a más del 5%. Los mayores obstáculos que encuentran jóvenes y nuevos emprendedores, son barreras de financiamiento y tramitomanía para lograr su formalización.  

Elsa María Bueno, una de las mujeres que le apuesta a sacar adelante su empresa en Bogotá, me ha dicho que le falta respaldo, financiación y apoyo en todas las etapas por las que ha transitado con su emprendimiento. Por emprendedores como Elsa María, le apuesto a una nueva visión de este sector, que logre aumentar los mecanismos de financiación de proyectos disponibles.

Es notorio que las entidades que existen en Colombia como iNNpulsa y el Fondo Emprender, no cuentan con un presupuesto suficiente para cubrir la totalidad de las iniciativas existentes. Las políticas de crédito del sistema bancario no evalúan sus solicitudes de acuerdo con el potencial del negocio propuesto. La cultura del sector financiero solo tiene en cuenta la capacidad de pago real de emprendedores nacientes y sus garantías.

Es necesario simplificar los trámites, acabar con filas inútiles y superar la cultura del sello y la autenticación si queremos que todos los negocios que despegan, por fuera del radar del Estado colombiano, se formalicen y consoliden con ayuda pública y estructuras empresariales solidas en el marco de las leyes actuales.

Voy a promover una nueva cultura alrededor de los emprendedores y su papel en la economía colombiana. Para lograr ese propósito, el sistema educativo será mi principal arma. La educación tradicional, autoritaria, rígida, impertinente y convencional, se ha convertido en el principal verdugo para la creatividad. Innovación es la nueva clave en la formación de valor para la economía colombiana.

Un proceso que de la mano de nuevos actores en el sector real, alce su voz para decir qué necesita el mercado laboral desde la formación técnica y tecnológica. Promoveré en Colombia una integración entre el sector empresarial, el Estado y la academia para desarrollar el talento emprendedor de la gente. El emprendimiento es el camino más rápido y sostenible hacia el desarrollo. En el país de las oportunidades, ¡Todos podrán emprender!  Los invito para que me acompañen con sus ideas y participación. Vamos a construir juntos una iniciativa legislativa que resuelva los retos del emprendimiento para hacer de Colombia el país de las oportunidades.

 

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OPORTUNIDADES PARA EL EMPRENDIMIENTO

El país de las oportunidades es una apuesta al talento, potencial creativo y capital humano de los colombianos.  Si hay algo que nos caracteriza, es nuestro potencial de trabajo, recursividad, ingenio y creatividad. Por ello, en la región, tradicionalmente nos llevamos los primeros lugares en actitud positiva y asumir riesgos de innovación  y creación de  empresas. Hablemos del emprendimiento: una forma de vida apasionada, que con una visión global busca transformarlo con ímpetu y determinación, y que hoy, necesita una mano para crecer. El emprendimiento en Colombia ha sido subvalorado y ha estado lleno de obstáculos, que necesitamos superar si queremos generar una forma alternativa de desarrollo sostenible para el país.

Creo firmemente que el emprendimiento debe ser una política de desarrollo y no una política social. Sé que es controversial, pero es necesario que la visión de crecimiento no solamente incluya una perspectiva de generación de ingresos, sino apoyo a un sinnúmero de jóvenes apasionados que están abriéndose camino y generando una opción de crecimiento para nuestro país. Por eso, el primer reto que debemos asumir como Estado, es el de brindar herramientas para que los emprendedores adopten estructuras empresariales organizadas que les permitan no solo formalizarse como empresa de acuerdo con la normatividad vigente, sino invertir en innovación y expansión de su negocio.

La sostenibilidad financiera es otro reto sobre el que debemos abrir la discusión en Colombia. La carga impositiva de los nuevos emprendedores y las prácticas económicas inviables, como la de grandes empresas de las cuales dependen muchos emprendedores que realizan el pago de  facturas en más de 90 días, dificulta la subsistencia en el mercado y los lleva a transitar por un «valle de la muerte», en el que pocos sobreviven.

En mi próxima columna abordaré otros retos que enfrenta el sector, por ahora, quiero reiterar que, si hay alguna fuente de crecimiento social y económico en el país, no es la dependencia del café, del carbón o del petróleo. ¡Es la gente!  ¡Su talento! ¡Nuestro capital humano! De eso sí tenemos mucho y no se nos va a acabar.

 

 

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Duele Tumaco

Tumaco y su gente nos deberían doler a todos los Colombianos. Estamos hablando del segundo puerto más importante del Pacífico y,  ¡qué rabia! Una ciudad sitiada entre la pobreza y los criminales que se lucran del narcotráfico. Hace unos días aterricé en la llamada Perla del Pacífico, para conocer de primera mano los desafíos a los que nos enfrentamos si queremos rescatar este territorio y a su comunidad. Me encontré con un municipio con cifras dramáticas, no solo de cultivos ilícitos, sino de cocaína exportada hacia Ecuador, Centro América y México; cifras que superan las 300 toneladas de cocaína al año, en manos del cartel del golfo, disidencias de las Farc, ELN, bandas criminales. Todos en guerra por el control de la economía narcotraficante y la minería ilegal.

 

Alrededor de esta preciosa bahía, existen aproximadamente 10 estructuras armadas, entre las que se encuentra la llamada Gente del Orden, un grupo denominado Autodefensas Gaitanistas de Colombia y por supuesto, hombres del ELN y sectores disidentes de las Farc, que no entraron en el proceso de paz. El negocio de la cocaína ya no está en manos de grandes capos o de un cartel poderoso, sino de pequeños grupos que dominan operaciones que van desde el cultivo, el procesamiento de la hoja de coca, el transporte de la base y la carga de toneladas de cocaína. Esta segmentación del negocio, les permite a los delincuentes controlar zonas geográficas, pobladores y la industria del narcotráfico en general, pues comparten un interés común de lucro. Sin embargo, las numerosas guerras internas por el control mafioso de la zona, muestran una situación humanitaria dramática. Así, vemos que la tasa de homicidios en Tumaco es de 70 por cada 100 mil habitantes, una cifra muy preocupante si se tiene en cuenta que el promedio nacional es de 25 por 100 mil habitantes. Es claro que la población está sometida al imperio de estos criminales, que se están disputando el negocio del narcotráfico, la minería ilegal, la extorsión, la corrupción y otros delitos que los alimentan financieramente. Por eso, es necesario imponer la fuerza de la ley en el territorio; llevar presencia estatal con oferta diferenciada para campesinos y concertar con la comunidad.; y planes alternativos de economía familiar fundamentados en actividades tradicionales como la pesca artesanal, el fortalecimiento de la infraestructura hotelera para posicionar lugares como las playas de El Morro, Bocagrande y El Bajito entre los viajeros. Así mismo, resaltar expresiones culturales regionales autóctonas, como los Carnavales del Fuego y el Festival del Currulao.

Aunque Tumaco parece solo un punto geográfico en el mapa, es en realidad lo que se juega Colombia en el posconflicto, la cara de lo que en la práctica puede significar el triunfo de la paz sobre la guerra.

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