Beatriz Parga vera muy pronto realizar en Colombia su película y la serie de televisión “La Maestra y el Nobel”

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Le pedimos a nuestra colega y columnista de El Notiloco que nos contara alguna de sus anécdotas con el escritor Gabriel Garcia Marquez. Aquí Beatriz Parga nos narra en exclusiva su primer encuentro con Gabo, en 1978.

“Beatriz Parga, ven acá. Apúrate que Gabriel García Márquez quiere hablar contigo”, se escuchó una voz que gritaba desde el fondo del restaurante.

Era Antonio, un chico que formaba parte del grupo juvenil de periodistas y estudiantes venezolanos empeñados en desentrañar las firmas que cubrían las paredes de La Bodeguita del Medio, un bar y restaurante de La Habana que frecuentaba el escritor Ernest Hemingway, y cuya su presencia aún se evoca como un fantasma omnipresente.

-¿García Márquez pregunta por ti? Parece que es cierto -observó una joven que estaba a mi lado, esperando también su mojito.

Recibí el comentario con una risa incrédula.

-¡Qué va! Si yo no conozco a García Márquez -respondí entre incrédula y divertida, atenta a la operación de alquimia con la que el tipo del bar machacaba la yerbabuena en aleación con jugo de limón y azúcar.

A todas estas, volvieron a escucharse los gritos de Antonio un par de veces más. Hasta que de pronto su voz parecía un lamento:

-Apúrate, Beatriz. García Márquez dice que te apresures porque sus amigos quieren marcharse.

Cuando por fin tuve mi mojito en la mano, me dirigí al fondo del salón. Para mi sorpresa, el grupo de jóvenes venezolanos  rodeaba al escritor.

-¡Por fin!- clamó Antonio mientras Gabo me invitaba a sentarme al frente suyo.

-Me contaron que entrevistaste a Turbay Ayala -dijo Gabo.

Como todos los colombianos, sabía del exilio voluntario de Gabo en México dentro del curso de unas investigaciones del gobierno sobre el M-19. Por eso entendía el interés del escritor por saber los planes de quien al día siguiente tomaría posesión como presidente de Colombia.

-Fue una larga entrevista, le dije. Pero si quiere, puede leerla en El Tiempo de mañana.

-Mejor me la anticipas -dijo Gabo señalando que la mañana siguiente estaría tomando el avión de regreso a México, donde no era fácil conseguir periódicos colombianos.

Entonces, empecé a resumir la entrevista, mientras el escritor preguntaba. Entre otras cosas, Gabo quería saber si Turbay había dado a conocer los nombres para los principales ministerios.

-No, pero si me dijo que no nombrará ninguna mujer en su gabinete -le dije- recordando que Turbay me lo había reiterado en la entrevista, la única que concedió antes de tomar posesión de su cargo.

-¿No hay mujeres? Eso le puede traer problemas. Las mujeres tuvieron mucho espacio en el gobierno de Alfonso López -respondió Gabo en el curso de una conversación en la que abordamos varios temas y donde era obvio que no compartíamos el mismo pensamiento político.

Antes de partir le pedí ayuda para conseguir una entrevista con Huber Matos, uno de los comandantes de la revolución cubana que había sido puesto en prisión por Fidel Castro por haber criticado su giro hacia el comunismo. Con una sentencia de 20 años de cárcel, en los últimos tres años no se había vuelto a saber nada de él y muchos lo daban por muerto.

-Matos está vivo, me dijo Gabo y se ofreció a ayudarme a conseguir la entrevista “si me consigues que cuatro periodistas internacionales vayan a entrevistar a presos políticos en las cárceles colombianas”.

-Está bien, trato hecho, Tu me consigues a Matos y yo las entrevistas en Colombia –le respondí.

Intercambiamos los datos personales, básicamente el teléfono y la dirección postal ya que aún no existía el internet. Al final, Gabo escribió en mi libreta: “Por Beatriz en Alternativa”, refiriéndose a la revista que tenía en Colombia con Enrique Santos Calderón.

La charla se interrumpió cuando su grupo de amistades empezó a salir del salón contiguo. Gabo los siguió. Con la nostalgia de un encuentro mágico que ha pasado volando, los vimos desaparecer en un carro rojo que pasó a recogerlos.

Mientras el autor se perdía en las sombras de la noche habanera, Antonio cerró la tertulia con uno de sus ingeniosos comentarios a toda voz:

-Beatriz es la única periodista que habla con García Márquez por una hora, y en vez de entrevistarlo se deja entrevistar por él.

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Días más tarde en la redacción de El Tiempo recibí una llamada de Gabo. Estaba en el aeropuerto de Bogotá, de paso hacia Brasil. Me dijo que podíamos reunirnos en el área para pasajeros en tránsito.

En cuestión de minutos recorrí el trayecto entre el periódico y el aeropuerto. Gabo estaba con doña Mercedes Barcha, su esposa, y un hijo adolescente que viajaba a otro destino. Al verme,  me saludó en broma:

-¿Por qué quieres matar a Fidel? – me dijo, repitiendo dos veces las mismas palabras.

Comprendí que había leído mi artículo en El Tiempo. Lo había titulado “La Nueva Cuba: entre la revolución o el exilio”, destacando la carencia absoluta de alternativas para la disidencia, y que al contrario a lo que ocurría en cualquier país democrático, donde se podían ubicar a sus presidentes, supuestamente nadie sabía dónde vive Fidel Castro.

-Escribes bien -me dijo, sin ahondar en comentarios-. Y en cuanto a la entrevista, no es posible.

Gabo me contó que estaba de paso y que iba a Brasil por una demanda pendiente sobre por unos anuncios que indicaban  erróneamente que había escrito “Cien Años de Soledad” en una Olivetti.

Estas son dos de las anécdotas de un escritor que en cierta forma nos devolvió a los colombianos la dignidad con su premio Nobel en épocas en la que las primeras páginas de la prensa mundial sólo hablaban de Colombia en temas de narcotráfico. Sería él mismo quien más adelante me  pediría que entrevistara a su primera maestra, Rosa Ferguson y en otra oportunidad me recomendaría hablar con la agente literaria Carmen Balcells –y me daría su teléfono- para que le ofreciera un libro, proyecto que abandoné al empezar a trabajar con El Nuevo Herald. Por muchos años el periodismo apagaría la llama literaria que un día despertaría con mi libro “La Maestra y el Nobel”.

-Beatriz Parga

 @beatrizparga

 

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Parece que ahora sí se filmará la historia de Gabriel García Márquez y su maestra de la niñez, Rosa Fergusson.

Niels Juul, productor danés que trabaja en Hollywood y anda por estos días en Colombia, aseguró a La W que la cinta se haría en 2019, basada en el libro ‘La maestra y el nobel’, de Beatriz Parga, periodista colombiana residente en Miami, quien lo escribió en 2009.

‘La maestra y el nobel’ es una novela sobre la pasión de enseñar y el placer de leer. Con ayuda de la ficción, Beatriz Parga reconstruyó la relación entre Gabito y Rosa Fergusson en la escuela Montessori, garante de un sistema educativo que enseña en forma disciplinada y liberadora.

En Aracataca, donde se filmaría la película, Gabito fue un estudiante modelo. Era muy atento en sus clases, sobre todo los sábados, cuando, bajo un árbol de mango, la profe Rosa narraba cuentos de Rafael Pombo y el niño García Márquez los repetía con adiciones literarias suyas.

Hija de británico con guajira y con grandes valores como docente, Rosa Fergusson era una muchacha atractiva que fue reina de los carnavales y solía bailar hasta que se le acabaran las suelas de los zapatos, como ella misma le contó a la novelista.

Gabito sentía veneración por Rosa, aquella profesora que lo guió con imaginación en sus primeros viajes literarios, cuando el autor de ‘Cien años de soledad’ vivía en la casa de sus abuelos, Tranquilina Iguarán y Nicolás Márquez, en Aracataca. “A ver, niños, hoy vamos a imaginar que somos aves; sí, que somos pájaros y vamos a volar”, les proponía.

Al regresar a su casa, Gabito le comentaba a su abuela: “Ay, mamá, es que no sé qué pasa cuando veo a mi maestra, que quiero como tomarla y besarla”. La abuela reía, pero cuando se lo contaron en su momento a Rosa, ella se indignó: “Un niño no debe hablar así de su maestra”.

Gabo jamás olvidó a su profe. Lo demostró en 1982, cuando, en una rueda de prensa en Estocolmo, en el marco de la ceremonia en que recibió el Nobel de Literatura, expresó: “Dedico este premio a mi primera maestra de la escuela Montessori de Aracataca, que a los cinco años me enseñó a amar la literatura”.

La idea del libro le fue sugerida a Beatriz Parga por el mismo García Márquez, a quien conoció en La Habana. Fue él quien le pidió entrevistar a la maestra que le había inculcado el gusto de ir a la escuela solo por verla. La novela de Parga se nutrió de seis entrevistas que ella le hizo a la profesora.

En 2005, Rosa Fergusson falleció de un infarto en su casa de Medellín. Tenía 95 años.

El 21 de agosto de 2010 se anunció que la novela de Beatriz Parga sería contenido de una película y una serie de 26 capítulos en televisión. Ambas serían grabadas en Colombia por Factor RH, una casa productora de Caracas. El productor sería el venezolano Rodolfo Cova.

En esa ocasión se dijo que la actriz mexicana Angélica María y su hija, Angélica Vale, personificarían dos épocas distintas de Rosa Fergusson, y en octubre del 2012 se anunció que el actor colombo-mexicano Christian Tappan sería Gabito en la película, junto a la actriz portorriqueña Roselyn Sánchez, quien haría de Rosa Fergusson bajo la dirección de su compatriota Frank Marrero.

Pasó el tiempo, y no hubo serie ni película. Hoy, Niels Juul –productor ejecutivo de cintas como ‘Silencio’ y ‘El irlandés’, esta última dirigida por Martin Scorsese– no solo está buscando locaciones con el propósito de filmar el año entrante en Colombia, México y Estocolmo. También quiere socios para financiar esta película de presupuesto calculado en 20 millones de dólares y con distribución en el mundo entero, incluidas China, India, Europa y, claro, Estados Unidos y América Latina.

HERIBERTO FIORILLO

 

 

 

 

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